3 subespecies de morsa

La diversidad de subespecies de morsas se encuentra actualmente en discusión por el avance de la biología molecular
3 subespecies de morsa
Ana Díaz Maqueda

Escrito y verificado por la bióloga Ana Díaz Maqueda.

Última actualización: 04 julio, 2019

Existen tres subespecies de morsa –la morsa del Atlántico, la del Pacífico y la del mar de Láptev– diferenciadas entre sí por el tamaño que alcanzan en su estado adulto y por el lugar en el que habitan. Aunque recientes estudios con ADN mitocondrial han desvelado que solo se deberían aceptar las dos primeras: las morsas del mar de Láptev y las morsas del Pacífico occidental.

Las morsas son animales mamíferos marinos pertenecientes a la superfamilia de los pinnípedos, cuyos miembros se caracterizan por tener extremidades transformadas en aletas y presentar un cuerpo husiforme –con forma de huso–.

Dentro de su grupo, son los únicos animales que presentan largos colmillos, tanto hembras como machos. Tienen una función de ayuda al desplazamiento en el hielo, aunque también los usan en sus agresiones intraespecíficas o para defenderse de algunos depredadores, como osos polares u orcas.

Sus colmillos pueden llegar a medir un metro de longitud y pesar más de 5 kilogramos en grandes ejemplares.

A continuación, hablaremos de las 3 subespecies de morsa:

Morsa del Pacífico (Odobenus rosmarus divergens)

Esta subespecie de morsa tiene una distribución ártica y subártica circunpolar discontinua. Estos animales se distribuyen desde los mares de Baring y Chukchi hasta cerca del mar del Beaufort y el mar de Laptev, donde se distingue otra subespecie.

Morsa del Pacífico (Odobenus rosmarus divergens)

Suelen permanecer en la plataforma continental y rara vez se adentran a aguas profundas. Las morsas del Pacífico nadan de un témpano de hielo a otro o hacia islas cercanas, donde pueden descansar bajo el sol.

De las tres subespecies de morsa, son las de mayor tamaño. Los machos alcanzan unos 3,6 metros de longitud y pesan entre 880 y 1656 kilogramos. Las hembras son algo más pequeñas, llegan a medir tres metros y pesan entre 400 y 1250 kilogramos.

Las crías recién nacidas miden casi la mitad que sus madres y pueden tener un peso que oscila entre los 45 y 77 kilogramos. El hecho de nacer con este peso y ese tamaño hace que estén perfectamente adaptadas al frío.

Morsa del Atlántico (Odobenus rosmarus rosmarus)

La morsa del Atlántico habita desde las costas de Canadá hasta el mar de Kara, al norte de Siberia. En el pasado, esta subespecie de morsa podía vivir, además, al noroeste del Atlántico Norte, al sur del golfo de San Lorenzo, pero debido a la caza excesiva, la población se extinguió.

Morsa del Atlántico (Odobenus rosmarus rosmarus)

En su estado adulto, la morsa del Atlántico es algo más pequeña y menos pesada que la morsa del Pacífico. Sus recién nacidos miden los mismo, pero el límite inferior de peso roza los 33 kilogramos.

No existen muchos datos sobre el número de ejemplares de esta subespecie de morsa, pero se estima que es inferior a los 25 000 individuos adultos.

Su tendencia, además, también es desconocida. Lo que sí es un hecho es el rápido deshielo que están sufriendo las zonas donde habitan las morsas. El hielo es el ecosistema de estos animales, sin el cual no pueden vivir.

Morsa del mar de Láptev (Odobenus rosmarus laptevi)

Esta subespecie de morsa vive exclusivamente en el mar de Láptev –en la costa oriental de Siberia–, de ahí su nombre. Aunque parece que poseen parámetros ecológicos distintos a la morsa del Pacífico, los estudios mitocondriales y morfológicos indican que no es una subespecie distinta.

Morsa del mar de Láptev (Odobenus rosmarus laptevi)
Fuente: https://www.worldwildlife.org/

El tamaño del cuerpo y de los colmillos no es significativamente diferente de los de la morsa del Pacífico. Por lo que, según los investigadores del Museo de Historia Natural de Oslo, haber determinado que es otra subespecie por el hecho de vivir en una zona concreta, no fue muy acertado.

Aunque existe poca información disponible sobre las morsas, se sabe que la aceleración del cambio climático está afectando a esta especie que, a pesar de ello, no ha dejado de ser perseguida por el ser humano para conseguir el marfil de sus colmillos.


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