El cachalote, rey de las profundidades

El cachalote, rey de las profundidades

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 30 julio, 2022

El tamaño de su cerebro supera al de cualquier otra criatura de este planeta. Es capaz de descender hasta casi 1 000 metros de profundidad y de contener la respiración hasta 90 minutos. Sin lugar a dudas, el cachalote es una de las criaturas más fascinantes de las profundidades del océano.

Características del cachalote

El cachalote, de nombre científico Physeter macrocephalus,  es un mamífero perteneciente al orden de los cetáceos. Dentro de este orden son las criaturas de mayor tamaño: un macho adulto puede alcanzar los 20,5 metros y pesar 57 000 kilogramos.

Al nacer, el cachalote mide cuatro metros y pesa la friolera de 1 000 kilos. El único depredador de esta imponente criatura es la orca, a cuyos ataques no suele sobrevivir.

El cachalote es fácilmente reconocible por su color grisáceo y su enorme cabeza. Su ingente tamaño se debe a que, en su interior, el cráneo de estos cetáceos esconde un fluido de función desconocida denominado espermaceti. En un principio el color y consistencia llevó a pensar que se trataba de esperma, aunque aún no se conoce la función de este fluido.

Una de las teorías más aceptadas lo relaciona con la capacidad de flotación del cetáceo. Gracias a su consistencia las bajas temperaturas solidifican el líquido, que puede llegar a pesar 40 kilogramos.

De esta forma, le resulta más fácil alimentarse a casi 1 000 metros de profundidad y, gracias a la potente capacidad de sus cuatro estómagos, el cachalote es capaz de ingerir calamares gigantes vivos.

Comportamiento

Es habitual que el cachalote se mueva en manadas de unos 15 o 20 ejemplares. Las hembras van acompañadas de sus crías y son más sedentarias, mientras que los machos viajan de manada en manada. En cuanto a la reproducción de estos mamíferos, el periodo de gestación oscila entre 14 y 16 meses y la madre puede seguir amamantando hasta superados los tres años.

Las hembras practican una crianza comunal en aguas tropicales o subtropicales. Los machos, por su parte, suelen migrar a latitudes más altas con otros ejemplares; y también se mueven en solitario. Se suele avistar al cachalote en zonas de aguas profundas y abundante biodiversidad.

Cachalote nadando

Cuando llega la época de apareamiento, los machos se desplazan hacia el ecuador para reproducirse. Los cachalotes, pues, pasan la mayor parte de su vida en dos grupos distintos: primero, en las guarderías que improvisan las hembras con sus crías. Después, l os machos forman ‘grupos de solteros’, que se dedican a migrar para cazar y reproducirse. 

Un particular sentido de la orientación

Los fascinantes hábitos del cachalote incluyen un intrincado sistema de ondas sonoras. Estos cetáceos emiten una suerte de ‘chasquidos’, que utilizan tanto para comunicarse como para la ecolocalización. Esto es que la emisión de bandas sonoras en el agua se ven reflejadas por otros cuerpos y estructuras, y le permiten conocer su topografía.

Recordando el ya mencionado espermaceti, este fluido viscoso les permite dirigir y proyectar las ondas producidas. S e cree, además, que pueden jugar un importante papel en sus hábitos de caza, pues las altas frecuencias a las que se emiten pueden servir para aturdir a su presa.

Durante los siglos XVIII y XIX el cachalote fue el pilar de la industria ballenera por el valor de su aceite y el denominado ámbar gris, una secreción inflamable y cerosa.

Los intestinos del animal lo segregan para facilitar el tránsito de alimentos de difícil digestión, como los calamares. Principalmente, esta sustancia se usaba como fijador en perfumería, aunque en la actualidad lo reemplazan compuestos sintéticos.

A pesar del duro golpe que sufrieron por la caza de ballenas no se considera una especie amenazada. Sin embargo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la considera vulnerable.

El cachalote también tiene cabida en la literatura: recordemos el mítico ejemplar albino de Moby-Dick. En la novela de Herman Melville, un ballenero pasa sus días persiguiendo al cachalote que le arrancó la pierna, presa de una demente obsesión.

Aparentemente, el famoso ejemplar albino existió con el nombre de Mocha Dick y habitaba en la isla de Mocha, en Chile. Las encarnizadas luchas entre este agresivo cachalote y sus cazadores quedaron registradas en una publicación neoyorquina. En 1851 Herman Melville inmortalizó la figura de Moby Dick y la del fascinante cachalote.

 


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