El quetzal: una hermosa ave misteriosa

Al igual que otras aves, la hembra de quetzal muestra un patrón tonal menos llamativo
El quetzal: una hermosa ave misteriosa
Paloma de los Milagros

Escrito y verificado por la bióloga Paloma de los Milagros.

Última actualización: 04 julio, 2019

El quetzal, conocido científicamente como Pharomachrus mocinno, es una de las aves trepadoras más emblemáticas de Sudamérica. Su color y su simbolismo la convierten en una de las especies más buscadas, con los prejuicios que dicha persecución conlleva.

Etimológicamente, el nombre de quetzal tiene sus raíces en el término náhuati mexicano quetzalli que significa ‘bella pluma brillante’. La belleza de esta ave, tanto en tonalidad como en esbeltez, hizo que en el pasado se vinculara con deidades. Así, mientras los aztecas lo relacionaban con Quetzalcóati, los mayas lo asociaban a Kukúlkan.

El valor sagrado de sus plumas era de tal grado que solo sacerdotes y altos gobernantes podían portarlas.

Morfología y comportamiento del quetzal

A pesar de tener un tamaño medio de unos 40 centímetros, existen ejemplares que pueden llegar al metro. La mayor parte de dicha longitud se debe a las plumas caudales, las más preciadas por su dimensión y vistosa pigmentación. Sin embargo, a la hora de hacer una descripción física del quetzal conviene distinguir entre hembras y machos adultos; estos últimos destacan en vistosidad.

Los machos cuentan con cuatro plumas cobertoras supracaudales de un intenso verde esmeralda iridiscente. De hecho, en función de la luz solar pueden observarse matices azules o dorados, lo que les otorga un ‘aspecto sagrado’. Por su parte, el vientre está cubierto por plumas de un rojo eléctrico, carente en las hembras, que presentan una coloración general verde y grisácea menos llamativa.

Otro rasgo distintivo de las hembras es la presencia de una boca negra y una cola de menor longitud, blanca y atravesada por oscuras líneas horizontales.

Pharomachrus mocinno

El quetzal también se conoce como tepeaguacate debido a su predilección por los aguacates. Además, su dieta incluye otros frutos como las moras e insectos.

Destaca el canto emitido entre los meses de febrero y junio, coincidentes con la época reproductiva. El suave silbido queda justificado por una antigua leyenda guatemalteca que atribuye a la conquista española la pérdida de intensidad del canto del quetzal.

Los nidos tienden a construirse aprovechando pequeñas cavidades de troncos,  pero nunca están a ras del suelo. Cada hembra suele poner dos huevos, los cuales serán incubados de forma rotativa a lo largo de la jornada por ambos padres. A los 20 días tiene lugar la eclosión de pequeños pollos desnudos que al mes contarán con el plumaje necesario para realizar breves vuelos y procurarse por ellos mismos el alimento.

Distribución y estado de conservación

El quetzal se encuentra disperso en bosques de México y Centroamérica; destaca su presencia en montañas con una altitud superior a los 2000 metros. Viven en los árboles que componen el dosel de la selva, aunque también destaca su gusto por los árboles en descomposición, tocones o huecos realizados previamente por otras aves.

Normalmente, se muestra bastante inactivo, sin hacer grandes cambios de entorno. De hecho, la vegetación exuberante resultado de la permanente humedad permite el buen abastecimiento de frutos durante todo el año.

Quetzal centroamericano

En la actualidad, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera que su estado de conservación está cerca de verse amenazado. Paradójicamente, el atractivo y la carga mitológica que acompaña el origen de esta especie son los factores que más juegan en su contra, pues lo convierten en objetivo de la caza y el comercio ilegal.

Una vez capturado, el quetzal es incapaz de vivir en cautiverio, por lo que fallece poco después.

Además, el cambio climático y la destrucción de su hábitat han contribuido a la desaparición de más de la mitad de los lugares de anidación, con la repercusión que eso tiene y tendrá en las poblaciones futuras.


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