Jabalí: un salvaje de los bosques

El pariente salvaje del cerdo tiene un gran capacidad de adaptación, de ahí que se le pueda encontrar por todo el planeta; estos animales se revuelcan en el barro para regular su temperatura
Jabalí: un salvaje de los bosques

Escrito por Yamila

Última actualización: 03 junio, 2018

El pariente ‘salvaje’ del cerdo se puede encontrar en los bosques de casi todo el mundo, ya sea de forma nativa o introducida. En este artículo te contaremos todo sobre el jabalí, una de las especies exóticas más invasoras y dañinas del planeta.

Hábitat del jabalí

Este mamífero puede adaptarse a cualquier tipo de ambiente, mientras que cuente con una ‘cuota’ de césped y de alimento diario. Prefiere sitios con vegetación alta para poder camuflarse y donde haya bastante agua, ya que bebe bastante y suele revolcarse en el lodo para regular la temperatura.

El hábitat favorito del jabalí es el encinar y, en segundo lugar, el bosque caducifolio; además, se lo halla entre matorrales y marismas. Puede soportar el frío del invierno debido a su pelaje y piel.

Esta especie es originaria de Eurasia y norte de África, aunque ha sido introducida por el hombre a Oceanía y América. Por este motivo –sumado a su adaptabilidad al ambiente– en la actualidad se lo encuentra en casi todo el mundo.

Características del jabalí

El jabalí es un mamífero de mediano tamaño que puede medir unos 160 centímetros de longitud y 65 centímetros de altura. Su cabeza, es grande aunque sus ojos son bastante pequeños, mientras que la boca está provista de colmillos que sobresalen de los labios.

Debido a sus cortas patas y a su cuello ancho, tiene un aspecto robusto. A diferencia del cerdo doméstico, los cuartos delanteros son más desarrollados que los traseros. Los machos pueden pesar unos 90 kilos y las hembras 65.

Está cubierto por completo de pelos gruesos, incluso en las patas y la cola, y la coloración puede variar del negro al gris o marrón según la época del año y la ubicación geográfica. Siempre el contorno del hocico es más oscuro que el resto del cuerpo y, cuando se enfada, eriza el lomo para parecer feroz y peligroso.

Jabalí: hábitat, alimentación y reproducción

Las crías nacen con pelaje blanco con rayas marrones, las cuales desaparecen en los primeros meses. Para el año ya presentan el mismo tono que los adultos.

Comportamiento del jabalí

Este suido tiene muy mala visión, pero lo compensa con un olfato más que desarrollado. Gracias a su hocico puede detectar alimento (como setas, trufas, bellotas, caracoles, vegetales, gusanos, etc) bajo tierra y… ¡A más de 100 metros de distancia!

Cuando identifica la comida se ayuda de sus fuertes patas y pezuñas, y sus colmillos, para alimentarse. Además, puede captar sonidos que son imperceptibles para otros animales y personas.

A diferencia de lo que se cree, el jabalí no es salvaje ni peligroso; tampoco es territorial y se caracteriza por su carácter sociable. Forma grupos de hasta cinco individuos comandados por una hembra –sistema matriarcal– de mayor edad.

Los machos jóvenes viven en la periferia de la familia, y es que los ejemplares masculinos son solitarios y se acercan a la manada en la época de reproducción. Cuando son ancianos pueden estar acompañados por otros más jóvenes que les sirven de protección.

Jabalí: comportamiento

Los jabalíes son sedentarios durante el día, pero por las noches pueden recorrer más de 10 kilómetros a trote ligero. Las hembras preñadas o con crías no se mueven demasiado de su territorio.

En cuanto a su reproducción, sucede entre noviembre y enero. El macho busca hembras continuamente y, en ocasiones, puede olvidarse hasta de comer o descansar. Cuando encuentra un grupo –conocido como piara– expulsa a los jóvenes por el ‘amor’ de las jabalinas.

Finalmente, no podemos dejar de lado el hecho de que estos animales aman revolcarse en el barro. No se trata de algo lúdico, sino de una necesidad biológica, para regular su temperatura corporal, ya que no tienen glándulas sudoríparas. Además, este hábito es usado como forma de mantener ciertos olores corporales que permiten relacionarse con sus congéneres.


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