¿Las mascotas pueden sufrir Alzheimer?

Estudios en cerebros de primates y cetáceos evidencian estructuras proteicas propias de la enfermedad del Alzheimer
¿Las mascotas pueden sufrir Alzheimer?
Paloma de los Milagros

Escrito y verificado por la bióloga Paloma de los Milagros.

Última actualización: 25 julio, 2019

El Alzheimer es una enfermedad neurológica que tiene a la población humana mayor de 65 años como principal grupo de riesgo. Sin embargo, los científicos afirman que dicha patología también puede afectar al reino animal; existen una serie de síntomas que ayudan a detectarla.

Los primeros signos claves en el diagnóstico del Alzheimer son las pérdidas de memoria, los problemas emocionales y la dificultad de razonamiento que, normalmente, irán evolucionando a medida que el paciente envejezca hasta alcanzar el estado de demencia.

El deterioro cognitivo se asocia a la formación de placas y ovillos de dos proteínas fibrosas, el péptido betaamilode y la proteína tau, en el cerebro. No obstante, todavía sigue investigándose si estas estructuras son el foco de la enfermedad o el resultado de un proceso mayor.

Hasta ahora, los animales habían jugado un papel fundamental tanto en la elaboración de modelos científicos que ayudaran a entender la enfermedad como en la terapia de los propios afectados. Sin embargo, en los últimos años diversos animales salvajes han pasado a ser objeto de estudio.

Nuevos descubrimientos sobre el Alzheimer en animales

Hace dos años varios hallazgos relacionados con el deterioro cerebral animal cambiaron el rumbo de las investigaciones sobre el Alzheimer. Fue en agosto de 2017 cuando un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Kent (EEUU) detectaron signos propios de la enfermedad en chimpancés.

Alzheimer en primates

La credibilidad del estudio se sustentaba en que era la primera vez que se trabajaba con muestras cerebrales de primates que habían fallecido en la década de los 90. Los cerebros, procedentes del National Chimpanzee Brain Resource, presentaban mayor cantidad de placas de proteínas fibrosas cuanto mayor era el grado de envejecimiento del animal; se mostraba, así, la analogía con la especie humana.

Posteriormente, en octubre de ese mismo año, otro estudio publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia revelaba haber encontrado rastros de la enfermedad en delfines salvajes. Estos animales, al igual que las orcas y los humanos, tienen una larga esperanza de vida que transciende más allá de su etapa fértil.

Esta posibilidad de alcanzar la longevidad fue lo que motivó a un grupo de científicos de la Universidad de Oxford (UK) a estudiar la predisposición de los cetáceos para contraer Alzheimer.

En su investigación, analizaron el cerebro de delfines muertos que habían sido arrastrados por la marea a las costas españolas. En ellos encontraron las formaciones de proteínas fribrosas características de la enfermedad, lo que se asoció a la vejez que les había llevado a la muerte natural.

No obstante, cabe destacar que las conclusiones obtenidas en ambos experimentos carecen de datos sobre la sintomatología que estos animales hubieran podido tener en vida. Por tanto, no se puede confirmar plenamente su demencia.

Demencia en perros y gatos

A pesar de que la presencia de Alzheimer no ha sido confirmada, dichos animales son susceptibles de sufrir una patalogía similar, si no fruto de la anterior, conocida como demencia cognitiva.

Disfunción cognitiva canina

Entre los estudios que evidencian la tendencia a contraer la enfermedad destaca el realizado por la Universidad de California-Berkeley. En él un 62 % de los perros analizados, con un rango de edad entre los 11 y los 16 años, presentaba uno o más síntomas de demencia:

Algunos de los signos más frecuentes de esta afección, denominada en el caso de los perros como disfunción cognitiva canina (CCD) son:

  • Alteraciones en el ciclo del sueño: el animal duerme más horas durante las horas de luz, por lo que puede despertarse en las noches.
  • Falta de interacción con el dueño u otros animales. El comportamiento del animal destaca por su inactividad y desmotivación.
  • Falta de apetito.
  • Incontinencia urinaria o fecal.

Ante estos síntomas, lo más recomendable es acudir al veterinario, sobre todo si ocurren a edades tempranas. No obstante, los consejos generales ante un estado fisiológico normal son el fomento del ejercicio, incitar al juego, socializar con otras personas o mascotas y un cuidado extra de la alimentación.


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