¿Tu mascota necesita terapia?

La terapia no solamente es adecuada para animales que tengan problemas de conducta, pues podrías llevar a tu mascota para saber cómo entrenarla. Esto no solo te evita conflictos más serios, sino que también te permite conocer la mejor.
¿Tu mascota necesita terapia?

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 30 septiembre, 2022

Las mascotas necesitan tener ciertos parámetros de conducta para poder convivir de manera sana con las personas. Por ello, es importante educarlos adecuadamente para prevenir problemas de conducta. No obstante, esta práctica no siempre se lleva a cabo y muchos animales de compañía exhiben comportamientos poco agradables y peligrosos, lo que puede hacer necesario la terapia en la mascota.

Si piensas que tu perro o gato tiene algunos malos hábitos, no estás solo. Del 10% al 15% de los cuidadores dicen tener una mascota con problemas de comportamiento. Sin embargo, esto no siempre quiere decir que necesitarás ayuda profesional. Te contamos algunos casos en que tu mascota necesita terapia.

¿Cuándo es necesario llevar a la mascota a terapia?

En realidad, se dice que un perro o gato necesita terapia cuando su comportamiento sea un riesgo para él o para las personas y animales a su alrededor. Si este es el caso, debe contratarse a un profesional para determinar el mejor curso de acción.

El primer paso es ver a tu veterinario. Puede haber un problema médico subyacente que necesita ser tratado. Para tener en cuenta, algunos de los problemas por los que se acude a terapia son:

1. Agresión

Hay varias razones por las que una mascota puede llegar a ser agresiva: puede ser protector de su hogar o familia; posesivo con su comida, la cama o juguetes; ser excesivamente nervioso o simplemente, sentir la necesidad de ser dominante.

perros agresivos

En los perros, los signos de la agresión incluyen gruñido, mostrar los dientes o mordiscos. Para este caso, cada perro es entrenado lentamente para poder estar más cerca de otros ejemplares sin mostrar signos de agresión.

Estas clases pueden ayudar a tu compañero a sentirse más cómodo cuando otros perros o personas están alrededor. Esto llevará a que los paseos sean más agradables para todos y te ahorrará muchos problemas.

La agresión en los gatos

Un gato agresivo puede morder y arañar. Ellos suelen escupir, seguir con la mirada fija, aplanar las orejas o exponer sus dientes y garras. A algunos gatos no les gusta ser acariciados en absoluto. Además, los gatos son territoriales y no quieren a ciertas personas o animales en sus áreas.



Las gatas que son madres pueden actuar agresivamente si creen que sus gatitos están amenazados. Mientras que otros gatos suelen”redirigir la agresión”, es decir, que pueden ver otro gato por una ventana, y arañan a las personas o animales que tienen a su alcance.

Los gatos que están enfermos o sienten dolor, por el motivo que sea, pueden ser agresivos. Si tu gato está mostrando señales de agresión y no se puede determinar por qué, debes llevarlo al veterinario para ver si algo físico puede estar causando el comportamiento. En caso de que el dolor se descarte, un conductista que trabaje con gatos debe ser capaz de ayudar.

2. Ansiedad

Los ruidos fuertes, permanecer mucho tiempo solos o incluso un cambio en la rutina, pueden alterar a tu mascota. Cada ejemplar es diferente, así que es normal que les afecte en mayor o en menor medida. Sin embargo, conforme pasa el tiempo son más susceptibles a presentar problemas conductuales como la ansiedad.

Los animales pueden mostrar ansiedad de varias maneras. Un perro puede caminar compulsivamente, aullar o ladrar en exceso. Los gatos generalmente se ocultan o maúllan. Ambos animales también pueden desarrollar la tendencia a ser destructivos, hacer sus necesidades donde no deben, lamerse compulsivamente a sí mismos, causándose laceraciones, entre otros.

gato estresado

3. Aburrimiento

Tanto los perros como los gatos son animales sociales. Si vives solo y trabajas muchas horas, tu ausencia podría molestar a tu mascota. Los animales que no tienen satisfechas sus necesidades de enriquecimiento mental y físico pueden mostrar comportamientos indeseables.

Si tu compañero está solo y aburrido, puedes compensarlo aumentando la duración de los paseos y pasando más tiempo de calidad con él. Pero si tu mascota entra en pánico cuando no estás en casa, puede que tengas que consultar con un especialista en comportamiento.

4. Otros problemas típicos de los gatos

Los problemas de comportamiento típicos de los gatos pueden incluir problemas utilizando la caja de arena o arañando y destruyendo tus pertenencias personales.

Un gato puede llegar a desarrollar problemas si le cambias de lugar la caja de arena, haces cambios significativos en su entorno o introduces nuevos miembros al hogar sin hacer la debida preparación.

¿Cuál es el objetivo de la terapia para la mascota?

El objetivo a corto plazo es eliminar las conductas que pongan en riesgo la salud de la mascota y la de las personas que lo rodean. No obstante, la terapia también busca mejorar la convivencia a largo plazo y la calidad de vida del animal. Recuerda que su compañía debe ser motivo de felicidad, no una batalla sin fin y sin sentido que lleve a la desesperación.

La terapia intenta solucionar los problemas conductuales al armonizar la situación emocional de la mascota. Para ello, hace falta el uso de diversas estrategias como el ejercicio físico, la propuesta de rutinas diarias y la estimulación ambiental. El proceso es lento y conlleva un gran compromiso por parte del conductualista o el etólogo que esté a cargo, pero también debe existir disposición por parte de los tutores.

Medicamentos usados en la terapia animal

Algunas mascotas pueden presentar problemas de comportamiento bastante agraves, por lo que puede que la terapia conductual sea incapaz de controlarla. En estos casos, el profesional a cargo deberá recetar fármacos antidepresivos o inhibidores de la recaptación de serotonina como las benzodiacepinas, la clomipramina y la fluoxentina.

Dichos medicamentos tienen la función de tranquilizar y relajar al animal mientras duren sus efectos. Gracias a esto, la mascota se siente más cómoda y la terapia tiene un mejor progreso a largo plazo. Claro está, solo el veterinario o etólogo especialista es quien puede recetar estos fármacos, así que jamás automediques sin indicación previa de un profesional.

Medicina alternativa

Aparte de la medicación farmacológica, existen algunas terapias alternativas como la aromaterapia, la musicoterapia o el uso de feromonas que ayudan a estabilizar a tu compañero. Claro está, este tipo de medicinas alternativas no sustituyen las terapias presenciales ni los fármacos recetados, sino que son un apoyo adicional.



Al igual que con la medicación adecuada, el objetivo de este tipo de terapias es relajar y tranquilizar a la mascota. De esta manera, se vuelve más receptivo para acatar las órdenes y menos reactivo ante cualquier estímulo, lo que facilita demasiado el proceso de rehabilitación.

Los tutores también necesitan acudir a la terapia

A pesar de que los actores principales son las mascotas, los tutores también tienen mucha ingerencia en los problemas de conducta. Es por esta razón que la terapia suele necesitar su participación para aprender cómo manejar a la mascota y cómo mejorar su situación.

Varios animales de compañía son capaces de leer el lenguaje corporal y actúan con base en ello. Esto significa que se necesita tener cierta postura, confianza y firmeza para evitarle conflictos a las mascotas. Por ejemplo, los perros tienen la sensación de pertenecer a una manada en la que los tutores suelen ser los líderes, pero si notan inseguridad, ellos toman esta posición y se vuelven más agresivos.

Además, es claro que los problemas de conducta son un signo de alerta que indica un problema en el ambiente de las mascotas. Por ello, se debe intentar realizar cambios profundos en los hábitos y en la convivencia si se quieren obtener resultados positivos en la terapia. Esto puede llegar a ser muy complicado o desgastante, pero el bienestar de tu compañero está en riesgo y el abandonarlo nunca es una opción.

Imagen cortesía de Egidio Maurizio.


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