Millennials y mascotas: una relación atípica

Lo cierto es que dentro de estas nuevas generaciones existe cierta tendencia a confundir lo que sería una futura paternidad con el cuidado de un animal doméstico
Millennials y mascotas: una relación atípica

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 03 marzo, 2018

El interés de los millennials por sus mascotas está empezando a llegar a límites insospechados. ¿A qué viene este repentino furor por tener animales domésticos? ¿Qué une a millennials y mascotas.

Los millennials, ‘padres’ de sus mascotas

Puede que recuerdes alguna película sobre adolescentes estadounidenses en la que se les enseñaba a los niños a cuidar de un saco de harina durante una semana. El objetivo principal era enseñarles cuánto cuesta tomar las decisiones correctas cuando se es padre y mantener con vida a tu retoño, aunque tome la forma de un saco de harina de trigo llamado Tod.

Aparentemente, los millennials están sustituyendo a este objeto inanimado por sus mascotas. Según un estudio de la agencia Gale, el 44 % ve en sus perros y gatos una manera de saber si están preparados para una futura paternidad. En la mayoría de los casos, esto también se traduce en la actitud que adoptan hacia ellas.

Cada vez es más habitual escuchar por la calle frases atípicas dirigidas a animales: pequeños diálogos cariñosos como “muy bien, así me gusta” o reproches como “¿no te he dicho mil veces que eso no se hace?”, que suelen ser normales entre madres e hijos, pero que los jóvenes trasladan a su relación con su perro.

Millennials y mascotas

El mercado ha sabido sacar provecho a esta tendencia paternalista y ha respondido con miles de juguetes, premios, accesorios y residencias que generan una ingente cantidad de beneficios al año. Las mascotas ahora se gradúan de sus cursos de adiestramiento (con su correspondiente orla), llevan jerséis en Navidad o hasta tienen tarta de cumpleaños.

Consecuencias de esta nueva relación

El hecho de que ahora la atención de los millennials se centre mucho más en sus mascotas no es un hecho aislado a nivel internacional, y tiene mucho más que ver de lo que piensas con la difícil situación económica que vivimos .

Según el periódico estadounidense The Washington Post, ha habido un descenso continuado entre los jóvenes que deciden comprar una casa, un coche o tener hijos; sin embargo, el número de millennials que acaba adquiriendo una mascota no para de aumentar.

Las duras condiciones económicas a las que se enfrentan los jóvenes actualmente son parcialmente responsables de este cambio. Viajan, cambian de trabajo mucho más que las anteriores generaciones y prefieren tener menos responsabilidades a largo plazo, especialmente debido a la incertidumbre que gobierna sus vidas.

El hecho de que prefieran tener a un perro o un gato en casa no es la única consecuencia de esta nueva tendencia. Los millennials y sus mascotas son también responsables de que se empiecen a tener más en cuenta los derechos de los animales, y esto se refleja hasta en el terreno de la política.

Millennials y mascotas

En España, el Partido Animalista, conocido como PACMA, no hace más que crecer, y aunque aún no cuenta con representación en las instituciones, en las pasadas elecciones generales obtuvo 286 702 votos, y está previsto que este número siga aumentando.

La dispersión de votantes del PACMA por toda España tiene mucho que ver en que aún no haya obtenido ningún escaño, pero su futuro es optimista.

Los millennials despilfarran en sus mascotas

En Estados Unidos, la industria centrada en los productos para mascotas es la responsable de unos beneficios de 63 000 millones de dólares. Paradójicamente, un 76 % de los millennials de este país admite que ‘despilfarra’ cuando compra para su mascota, y que incluso gasta más en ella que en sí mismo.

Aunque esto se traduce en ganancias económicas que repercuten positivamente en la industria, también debemos tener en cuenta que un animal no es un niño. No entiende tus halagos ni tus reproches (es más, probablemente los ignore) y, por supuesto, no pueden sustituir el afecto de otra persona.


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