Olor a tierra mojada: lo produce un ser vivo

¿Sabes de dónde viene el característico olor a tierra mojada cuando llueve durante el verano? Aquí te lo explicamos.
Olor a tierra mojada: lo produce un ser vivo

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 04 junio, 2020

Se acerca el verano, y con él, las escandalosas tormentas típicas de la estación. Con su llegada, una esencia característica inunda el campo y las ciudades, lo que todos conocemos como olor a ‘tierra mojada’. Aún así, lo que pocos saben es que esto no se debe únicamente a una mezcla de agua y sustrato, pues un ser microscópico es el encargado de este característico olor. Si quieres saber más, continúa leyendo.

Introduciendo a las actinobacterias

Aunque no se traten de animales en el sentido estricto, las bacterias son seres unicelulares que están vivos y ocupan todo el planeta. 

Aquí queremos fijarnos en las actinobacterias, una clase de bacterias gram positivas características de los suelos. Su papel es esencial en los ecosistemas, pues descomponen restos de materia orgánica tales como la celulosa y la quitina:

  • La celulosa es un componente esencial de los vegetales, ya que forma el tejido de sostén de los mismos.
  • La quitina se encuentra en las paredes celulares de los hongos y en los exoesqueletos de los artrópodos entre otros.

Así pues, las actinobacterias reutilizan los materiales que componen a los seres que han muerto, y cierran el ciclo de nutrientes. Gracias a estos microorganismos se produce el humus, una capa del suelo rica en carbono que sirve de fuente para la proliferación de las plantas y de muchos animales.

Estos pequeños seres vivos tan importantes para el ciclo de los ecosistemas también son los causantes del característico olor a tierra mojada. A continuación te explicamos el porqué.

Una planta germinando.

Petricor

Este término, que es posible que sea ajeno a la mayoría de los lectores, es el que describe el aroma que acompaña a una lluvia tras un largo periodo de sequía.

La palabra fue acuñada en el año 1964 por dos géologos australianos. Estos descubrieron que, el aceite liberado por ciertas plantas en conjunción con un compuesto producido por las actinobacterias, eran los dos componentes causantes del característico olor a lluvia.

Este compuesto es un producto metabólico derivado de las actividades de estos microorganismos, y se denomina geosmina. La geosmina es producida por las actinobacterias ya nombradas anteriormente, por algunos representantes del género Streptomyces y ciertos hongos filamentosos que habitan los suelos.

Posteriores estudios han demostrado que los aceítes aromáticos liberados por las plantas que actúan junto con la geosmina cuando llueve retardan la germinación de las semillas. Esto tiene sentido, pues en periodos de sequía estos aceites se acumulan en el suelo: no es conveniente para una planta comenzar su ciclo vital bajo estrés hídrico.

La importancia del olor a lluvia en los animales

El papel de las actinobacterias y la geosmina puede parecer meramente anecdótico, pero nada más lejos de la realidad, pues algunos animales sobreviven gracias a él.

En los ambientes desérticos, a pesar de encontrarse adaptados a sus condiciones climáticas inclementes, muchos animales sufren de deshidratación tras periodos largos de sequía. La geosmina juega un papel esencial en su supervivencia. Por ejemplo, los camélidos son capaces de detectar este olor, y se guían hacia lugares en los que casi con total seguridad encontrarán una fuente de agua.

Los insectos de ambientes secos también se benefician de este compuesto, ya que son capaces de identificarlo y acudir a plantas húmedas para hidratarse con las gotas de agua almacenadas en sus hojas. Esto tiene una función doble:

  • El invertebrado se hidrata y puede continuar sus funciones vitales.
  • En muchos casos este ser vivo se lleva consigo el polen de la planta al posarse sobre ella. En ambientes donde hay largas distancias entre núcleos vegetales, estos insectos pueden servir como vectores polinizadores excelentes.
Dromedario: ¿cuántas jorobas tiene?

Una visión ecosistémica

Como hemos podido observar, todo en la naturaleza tiene un sentido y un contexto biológico. Algo tan simple como el olor a tierra mojada, producido por unos seres vivos microscópicos, puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte en grandes mamíferos desérticos, además de promover la polinización y reproducción vegetal.

Está claro que los ecosistemas se sostienen gracias a una acción conjunta: desde los animales más grandes a los microorganismos imperceptibles participan, siendo todos ellos igual de importantes para el correcto funcionamiento de los mismos.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.



Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.