El papel del perro en la prehistoria

El perro en la prehistoria ha tenido un papel de protector, pastor, cazador y amigo del ser humano. Descubre cuándo se forjó esta inseparable relación de simbiosis.
El papel del perro en la prehistoria
Silvia Conde

Escrito y verificado por la bióloga Silvia Conde.

Última actualización: 06 julio, 2020

El perro ha tenido un papel especial en la vida del ser humano, desde la prehistoria hasta la actualidad. Como animal de protección, alarma, pastoreo, trabajo y compañero, el can ha ayudado a los humanos desde sus orígenes.

¿Conoces cuándo comenzó esta simbiosis ancestral? ¿alguna vez te has preguntado qué indicios existen de la convivencia entre personas y canes? Aquí te damos respuesta a esas preguntas y muchas más.

Los perros ayudaban a los humanos a cazar en la Prehistoria

Las pinturas rupestres y los restos fósiles dan pistas a los arqueólogos sobre cómo era la vida de nuestros antepasados. Las primeras evidencias de la convivencia conjunta con los perros datan de unos 11 500 años, en el continente asiático.

A pesar de ello, se cree que la convivencia y la domesticación del perro comenzó mucho antes. La introducción de los canes como ayudantes de caza puede explicar el gran aumento de las liebres y otras pequeñas presas en los restos arqueológicos del Neolítico.

Un caso concreto es el yacimiento de Shubayqa 6 en el noreste de Jordania, pues los huesos allí encontrados tenían signos de haber pasado por el tracto digestivo de un animal. Además, eran demasiado grandes para haber sido tragados por los humanos, por lo que podrían haber sido digeridos por perros que vivían y comían junto a las personas.

Estos perros no se mantenían al margen del asentamiento prehistórico, sino que se integraban en todos los aspectos de la vida cotidiana. Esto explicaría la presencia de sus restos, el aumento de presas pequeñas que ayudaban a cazar, los alimentos que digerían e incluso heces fosilizadas en yacimientos humanos prehistóricos.

Perros y dibujos prehistóricos.

Los perros en las pinturas rupestres

En la península Arábiga también podemos encontrar evidencias de la caza con perros durante la prehistoria. En estas pinturas rupestres de 8 000 años de antigüedad, aparecen varias veces la figura de un perro acompañando a los humanos en la caza de gacelas, íbices y équidos, o guardando el ganado.

Lo más curioso es que estos perros incluso aparecen representados con correas alrededor del cuello y nos recuerdan a la raza de perro de Canaan. Todos los canes tienen las orejas erguidas, hocicos cortos, pechos muy angulosos y colas enroscadas.

La amistad del perro y del humano en la prehistoria

Los perros no eran solo animales de trabajo, ya que los restos arqueológicos sugieren que ya en la prehistoria existían vínculos afectivos entre los canes y los humanos. La tumba de Bonn-Oberkassel, que data de unos 14 000 años, contenía los esqueletos de un hombre mayor y una mujer más joven junto los restos incompletos de dos perros.

Y no es únicamente el hecho de compartir tumba lo que llama la atención, pues los dientes de uno de los perros más jóvenes indican que sufrió una infección de moquillo, lo que probablemente acabó con su vida, pero parece ser que la enfermedad tardó en agravarse, sobreviviendo más tiempo del esperado.

Este hecho hace pensar a los investigadores que el animal, en lugar de ser abandonado por no ser apto para el trabajo, consiguió sobrevivir más tiempo gracias a la atención y los cuidados que recibió. Por tanto, la relación entre los canes y las personas no parecía ser solamente utilitaria, sino que llegaban a desarrollar vínculos emocionales y afectivos.

Aunque los perros tuvieran su origen en el lobo, la domesticación y la selección artificial ha hecho que los canes sean muy diferentes a los perros prehistóricos. De hecho, los perros están más estrechamente relacionados entre sí que cualquiera de ellos con los lobos actuales.

Un perro disfrazado de arqueólogo.

La retención de los caracteres juveniles, la docilidad y las habilidades sociales adquiridas tras miles de años con el ser humano, ha convertido a los perros en seres cada vez más vinculados a nuestra especie, pese a que en su papel inicial en la prehistoria comenzaran como animales de trabajo.

Una simbiosis ancestral

Así pues, cada tutor de un can tiene consigo a un compañero evolutivo en su propio hogar. Los perros han aprendido a interpretar nuestro lenguaje, a integrarse en las sociedades humanas con fines mucho más allá del utilitarismo, e incluso han salvado vidas en muchos casos.

Una cosa nos queda clara cada vez que miramos a un perro a los ojos: la sociedad, tal y como la conocemos a día de hoy, no sería la misma si esta especie no estuviera presente en el mundo.


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