Peces quimera: viejos habitantes del océano

Según registros fósiles, los peces quimera fueron en la antigüedad un grupo "diverso y abundante". Hoy, están en gran parte confinados a aguas profundas, a diferencia de sus parientes vivos más cercanos: los tiburones.
Peces quimera: viejos habitantes del océano
Luz Eduviges Thomas-Romero

Escrito y verificado por la bioquímica Luz Eduviges Thomas-Romero.

Última actualización: 08 febrero, 2022

Los peces quimera refieren a un grupo de peces cartilaginosos relacionados con los tiburones y las rayas. Estos animales están clasificados dentro de la clase Chondrichthyes, subclase Holocephali, orden de los Chimaeriformes. Reciben diferentes nombres comunes como tiburones fantasma, peces rata o peces conejo.

En su mayoría, las especies de peces quimera viven en fondos oceánicos templados de hasta 2 600 metros de profundidad. Algunas especies, sin embargo, se pueden observar a profundidades menores de 200 metros. En general, son estas especies las que podemos conocer en acuarios públicos.

Además, a diferencia de la mayoría de los tiburones, que generan propulsión usando su cola, las quimeras usan aletas pectorales grandes, en forma de alas, para nadar a través del agua, dándoles una imagen más adecuadas para un pájaro que para un pez.

El extraordinario aspecto de los peces quimera

Los peces quimera tienen una cabeza voluminosa. En muchas especies, el hocico se modifica en un órgano sensorial alargado. Además, sus cuerpos son alargados y suaves y poseen una sola apertura branquial, ubicada justo antes de la base de la aleta pectoral.

También es característico que poseen grandes aletas pectorales y pélvicas, ojos grandes y dos aletas dorsales. Cabe señalar que la primera aleta dorsal es precedida por una espina venenosa afilada que puede infligir una herida grave. También tienen colas delgadas y en algunas especies esta característica es tan pronunciada que les vale para el nombre de peces rata.

En la actualidad, se conocen alrededor de 47 especies de peces quimera, que varían en tamaño. Así, algunas pueden crecer entre 60 y 200 centímetros, incluyendo la larga cola que se encuentra en algunas especies. Su piel es lisa y desnuda, carecen de escamas y su color puede variar de negro a gris parduzco.

Para su defensa, la mayoría de las quimeras tienen una espina venenosa frente a la aleta dorsal y otra en el extremo de su cola.

Un pez quimera sobre el fondo marino.

Distribución geográfica de los peces quimeras

Las quimeras alguna vez fueron un grupo muy diverso y abundante, como lo ilustra la presencia global de sus especies en el registro fósil. Los estudios científicos señalan que sobrevivieron a través de la edad de los dinosaurios, en su mayoría sin cambios.

Hoy en día, aunque estos peces habitan en todos los mares templados, parecen relativamente escasos. En general, están confinados a las aguas oceánicas profundas. En este nicho han evitado, en gran medida, el alcance de los exploradores y por ello siguen siendo poco estudiados.

Un sexto sentido

Resulta interesante conocer que, al igual que los tiburones, los peces quimera poseen electrorreceptores distribuidos en sus cabezas. Estas son estructuras de canalículos o poros que responden a campos eléctricos débiles. Es común encontrarlos en peces cartilaginosos.

Esta red de poros es funcional y estructuralmente homóloga a las conocidas ampollas de Lorenzini. Se cree que estos órganos se utilizan para detectar fenómenos bioeléctricos y otros sucesos eléctricos naturales en su medio ambiente.

Cabe señalar que las ampollas de Lorenzini forman en la piel de la cabeza una red de poros rellenos de moco similar a la gelatina. Grupos de ampollas pueden confluir dentro del cuerpo. Así, la red de ampollas están conectadas con diferentes partes de la piel, pero conservando una simetría entre los lados izquierdo – derecho.

Estos órganos sensoriales proporcionan a los peces un sentido adicional capaz de detectar campos eléctricos y magnéticos, así como gradientes de temperatura en el agua.

Diferentes familias

Al igual que otros miembros de la clase Chondrichthyes, los esqueletos de las quimeras están construidos de cartílago. En la última década, los esfuerzos para explorar aguas profundas y para realizar análisis taxonómicos de especímenes en colecciones de museos, permitió el aumento del número de especies identificadas.

En la actualidad, los análisis de secuencias de ADN son el enfoque preferido para comprender la especiación de las quimeras. Según estudios, el orden Chimaeriforme parece haberse originado hace unos 420 millones de años durante el período Silúrico.

Las familias parecen haber divergido durante el Jurásico tardío al Cretácico temprano (170 – 120 millones de años). Las características distintivas de las especies permiten distinguir tres familias:

  • Chimaeridae (quimeras de pico corto, incluida la especie llamada pez conejo), caracterizada por un hocico redondeado o en forma de cono. El grupo de quimeras más común y diverso, pues contiene los géneros Chimeara e Hydrolagus.
  • Rhinochimaeridae (quimeras de nariz larga), con un hocico extendido y puntiagudo, que se utiliza para aumentar la sensibilidad al buscar invertebrados bentónicos en el sedimento.
  • Callorhinchidae (quimeras de nariz de arado o peces elefante), con un hocico inusual, en forma de azada, flexible. A medio camino entre Chimaeridae y Rhinochimaeridae, utilizan su nariz para sondear el fondo marino en busca de alimento.

Reproducción de los peces quimera

Las quimeras se parecen a los tiburones en que emplean abrazaderas o ganchos para la fertilización interna de las hembras y ponen huevos con estuches de cuero. Además, los machos de las especies de peces quimera se distinguen por poseer órganos de sujeción complementarios o tentáculos.

Estos apéndices son una característica única y se ubican en la frente y delante a cada aleta pélvica. Son retractiles y se utilizan para introducir esperma en el cuerpo de la hembra.

Las hembras ponen uno o dos huevos grandes y alargados protegidos por unas coberturas córneas, con forma de huso. La gestación se estima entre 5 y 12 meses, dependiendo de la especie.

Dibujo de un pez quimera.

Un animal extraño y fascinante

Recientemente, surgió un interés en la utilización de los aceites del hígado de quimeras y rinoquimaéridos con fines cosméticos y para el consumo humano, lo que podría perjudicar la conservación de estas fascinantes criaturas.

En suma, todavía sabemos muy poco acerca de estos peces extraños y ancestrales. Las nuevas especies descubiertas y el advenimiento de nuevas tecnologías nos permitirán una exploración más profunda de su biología.


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