¿Por qué entierran los perros su comida?

Por mucho que estemos ante una especie completamente domesticada, los canes a veces presentan comportamientos heredados de sus ancestros. Enterrar la comida es uno de ellos.
¿Por qué entierran los perros su comida?

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 02 septiembre, 2020

¿Alguna vez te has preguntado por qué entierran los perros su comida? Desde un punto de vista antrópico esto no tiene mucho sentido, pues los canes domésticos tienen alimento siempre a su disposición, algo que seguramente «tienen que saber».

La razón principal de este tipo de comportamientos son rasgos vestigiales heredados de antepasados. No solo los perros los presentan, pues un ejemplo claramente conocido por todos es la presencia de las muelas del juicio en un alto porcentaje de la población humana de la Tierra.

Sobre la domesticación canina y sus antepasados

Para entender este tipo de conductas, es necesario remontarse atrás en el árbol filogenético y la historia evolutiva del perro doméstico (Canis lupus familiaris).

Algunos estudios genéticos han tratado de dilucidar el pasado de los canes que nos acompañan hoy en día. Para nuestra sorpresa, los lobos actuales y los canes domésticos son dos grupos recíprocamente monofiléticos, es decir, claramente separados.

Esto se traduce en que el can doméstico no es genéticamente cercano a ninguna población de lobo actual, y por lo tanto, que su ancestro (probablemente algún tipo de lobo del Pleistoceno) se encuentra ya extinto.

¿Por qué es necesario acotar este tipo de relaciones evolutivas? Pues para dejar claro que, en muchos casos, a la hora de descubrir comportamientos de perros domésticos no necesitamos acudir al lobo. En todo caso, sería necesario el estudio de las características de su ancestro, ya desaparecido.

Un perro sacando su cabeza por un agujero.

¿Por qué entierran los perros su comida?

La sociedad American Kennel Club nos da la respuesta. El aprovisionamiento de recursos es una conducta vestigial, que responde a un hábitat donde la comida escasea.

Este término se conoce en inglés como  surplus killing (algo así como «matar de más») y lo presentan muchos mamíferos, entre los que se encuentran osos polares, linces, zorros, orcas, coyotes, mapaches y por supuesto, el perro doméstico.

El comportamiento de acumulación de comida también se ha observado en manadas salvajes de lobos, ya que estos entierran a sus presas bajo la nieve, donde la carne es preservada desde días hasta semanas. Se trata de un mecanismo evolutivo fácil de entender, pues responde a una necesidad de alimento.

Es muy interesante conocer que este hábito de enterrar el exceso de comida también se manifiesta según la raza del can. Por ejemplo, los perros seleccionados genéticamente para la caza parecen mostrar más tendencia a ello que los canes entrenados para el deporte.

Se teoriza que este grupo de cazadores muestran más su «instinto depredador» día a día, por lo que tiene sentido que se manifiesten más las conductas vestigiales como el surplus killing ya mencionado.

Por esta razón, perros de las razas Dachshunds, Beagles, Basset Hounds y Schnauzers miniatura son más proclives a cavar agujeros cuando reciben alguna recompensa.

Los animales con el estómago lleno pueden almacenar la comida para momentos en los que escasee el alimento.

¿Qué hacer ante este comportamiento?

Desde luego, reprimir a un can por una conducta vestigial que se encuentra ensamblada en su código genético no tiene mucho sentido. El truco para evitar este tipo de comportamientos es canalizar la actividad de otra forma.

Por ejemplo, puede reservarse un espacio de mantas o almohadas donde el can pueda enterrar sus juguetes y pertenencias preciadas. Otra solución sería brindarle al perro su propia caja de arena, donde pueda hacer agujeros sin arruinar el patio del tutor.

El aburrimiento también puede ser un factor importante que condiciona esta conducta. Si el tutor aporta al can suficientes estímulos, es posible que este no tenga que recurrir a su parte más instintiva para canalizar la energía. Por ello, los juegos siempre son buenas soluciones ante problemas comportamentales.

Por último, también se recomienda no dar huesos y chucherías a los perros con el estómago lleno. Así, el can no interpretará esos elementos como un «exceso de comida» y se reducirán sus ganas de almacenarlos bajo tierra.

Perros enterrando cosas en la playa.

Una conducta heredada pero positiva

Como hemos podido observar, que los perros entierren comida es algo completamente normal y responde a un rasgo evolutivo vestigial. De todas formas, mientras no se convierta en una obsesión, reprimir al can por mostrar sus instintos más básicos podría ser contraproducente.

Es necesario recordar que los perros requieren de enriquecimiento ambiental y juegos que potencien sus instintos, tales como actividades que fomenten el sentido del olfato. Permitir que el can entre en contacto de forma eventual con su «yo» más ancestral es necesario para que sea feliz.

 

 


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