¿Por qué los gatos odian el agua?

Los gatos odian el agua en muchos casos, y aunque no lo parezca, este comportamiento responde a una serie de adaptaciones evolutivas ancestrales de la especie.
¿Por qué los gatos odian el agua?

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 03 septiembre, 2020

La idea de que los gatos odian el agua es una de las preconcepciones más extendidas en la cultura popular. Si bien existen mecanismos evolutivos que podrían justificar el temor de los felinos a este fluido, parece ser más condicionante la personalidad de cada animal que su código genético.

Además de un miedo por falta de familiaridad, los gatos pueden temer al agua por experiencias negativas, por el sentimiento de agobio que les genera su pelaje mojado o incluso por su capacidad de detectar los químicos en el agua mediante el olfato. Aquí te mostramos el porqué de esta conducta tan extendida en el mundo de los felinos.

Sobre la historia evolutiva de los gatos

El gato doméstico (Felis silvestris catus), según estudios arqueológicos, es descendiente directo del gato africano Felis silvestris lybica, una subespecie de felino originaria del norte de África y Oriente Medio.

Se cree que los agricultores de las tierras de Oriente próximo entraron en contacto con estos gatos salvajes hace unos 10 000 años. Un motivo de la domesticación podría ser que los pueblos agrícolas sufrían de plagas de roedores, por lo que permitían y fomentaban la presencia de estos felinos en sus calles y campos de cultivo.

Este sería un caso de relación simbiótica, pues los gatos obtenían alimento y los asentamientos humanos erradicaban plagas, con todos los beneficios que esto conlleva. Un contacto estrecho durante cientos de años promovería la aparición de la relación que conocemos hoy día.

¿Por qué es esto relevante para entender el miedo de los gatos al agua? Pues bien, como hemos dicho, estos felinos domésticos son descendientes directos de una especie típica de Oriente, región con un paisaje dominado por áreas áridas, desiertos y pastizales.

Claramente nos encontramos ante una zona donde el agua escasea, por lo que el pariente más cercano del gato doméstico no tiene necesidad de aproximarse a este fluido de forma natural. Además, debido a que su dieta se basa mayoritariamente en roedores y pájaros, no tiene por qué aventurarse a las orillas de los ríos en búsqueda de presas salvo excepciones.

El hábitat natural del gato africano es la sabana y la estepa, zonas características por su falta de agua. Por ello, nunca ha aprendido a nadar.

Un gato montés del desierto.
Un ejemplar de Felis silvestris lybica.

¿Por qué los gatos odian el agua?

Más allá de su condición genética ancestral, los gatos domésticos no han evolucionado para estar en contacto con el agua a lo largo de los años. Por ello, la exposición a ella les genera malestar de diversas formas. Algunas de las sensaciones de incomodidad que experimenta un felino al ser bañado son las siguientes:

  • El pelaje de los gatos no está preparado para ser sometido a baños (no es impermeable), por lo que se empapa rápidamente. Para el felino, esto es como llevar sobre su cuerpo una toalla repleta de agua.
  • Los felinos pueden detectar olores que los humanos no, y por lo tanto, son capaces de notar los componentes químicos presentes en el agua. Este olor, artificial y poco conocido, asusta al animal.
  • Las orejas de los gatos presentan un tamaño desmesurado en relación al resto de su cuerpo. Esto supone un mayor riesgo para que entre agua dentro de ellas y se produzcan infecciones.

Como podemos observar, simplemente los gatos no están adaptados para entrar en contacto con el agua o nadar. Su pelo se empapa rápidamente, lo que entorpece su paso y aumenta su peso corporal, además de que sus orejas se llenan de fluido fácilmente, causando una sensación muy desagradable en el animal.

¿Debes bañar a tu gato?

Tras los datos expuestos, es común hacerse esta pregunta. La respuesta más inmediata es que no es necesario de forma asidua, ya que el felino se ocupa de su propia higiene mediante lamidos.

Aún así, a partir del año de edad puede ser correcto dar al gato un baño cada tres o cuatro meses. La decoloración del pelaje, una consistencia grasosa del mismo y mal olor son señales inequívocas de que el felino requiere de una ducha.

Un gato en una fuente de agua.

Existen excepciones a la regla

Si bien es cierto que la mayoría de los gatos no adoran la exposición al agua, existen razas como los Maine coon que presentan un pelaje mucho más impermeable, y por lo tanto, no reparan en darse un chapuzón de vez en cuando.

Esta adaptación es producto de una selección humana, pero no se trata de una característica que defina a la especie de forma general. Los gatos provienen de ambientes áridos y secos, por lo que su contacto con el agua ha sido históricamente muy limitado.

 

 


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