Regla de Allen: ¿en qué consiste?

Los animales se ajustan a su hábitat de diversas maneras. Estas adaptaciones pueden responder a variaciones en la temperatura según el ecosistema ocupado.
Regla de Allen: ¿en qué consiste?
Miguel Mata Gallego

Escrito y verificado por el biólogo Miguel Mata Gallego.

Última actualización: 04 diciembre, 2020

En la naturaleza, los animales se adaptan a las condiciones ambientales de su entorno para sobrevivir, hasta tal punto que su morfología se modela en base a toda serie de situaciones. El zoólogo estadounidense Joel Allen descubrió una regla según la cual el cuerpo de los animales varía según las temperaturas de la Tierra.

¿Sabes qué determina la regla de Allen? ¿en qué casos se aplica? ¿cómo modifica el plan corporal de los seres vivos? Respoderemos a estas preguntas y muchas más en las siguientes líneas.

Principios básicos de la Regla de Allen

La regla de Allen es un principio general de la morfometría animal que explica los diferentes tipos de cuerpos de los animales en función del clima en el que vivan. La regla dice básicamente que, en climas más cálidos, los animales de sangre caliente tienen una mayor relación superficie/volumen en sus extremidades —y viceversa—.

La explicación a este fenómeno es relativamente sencilla: una mayor superficie permite una mejor disipación del calor del animal. Es por ello que los seres vivos de zonas cálidas tienden a tener extremidades largas o grandes en relación a su peso o volumen total. A mayor superficie, mayor disipación de calor ambiental y metabólico.

Este es el caso de las enormes orejas de los elefantes, con las que estos grandes mamíferos pueden disipar el calor que reina en sus hábitats.

Como se puede comprobar, este razonamiento también sirve a la inversa: los animales que viven en climas fríos tienen el cuerpo rechoncho, ya que guardan mucha masa corporal en poca superficie. Este es el caso de algunos animales árticos, como la morsa o la foca.

Un ejemplo de instinto maternal en la naturaleza.

Algunos ejemplos de la Regla de Allen

Uno de los casos donde se puede comprobar muy bien la validez de la regla de Allen es en dos distintas especies de zorro. En una cara de la moneda tenemos al zorro del ártico (Vulpes lagopus), que posee unas orejas diminutas por las que apenas deja escapar el frío.

Por contra, en los tórridos desiertos del Norte de África encontramos al feneco (Vulpes zerda), un precioso zorro de pequeño tamaño que destaca por sus enormes orejas en relación al resto de su cuerpo. En virtud de la Regla de Allen, estas orejas de gran tamaño y poco volumen sirven para irradiar el exceso de calor del desierto.

En otras especies muy parecidas también podemos comprobar como las extremidades de animales de climas más cálidos son mayores. Este es el caso de las liebres, de enormes orejas en climas cálidos que se vuelven pequeñas en entornos más fríos.

Explicaciones científicas de la Regla de Allen

Aunque esta regla es un concepto cuya validez está ampliamente reconocida en ecología, en ocasiones es difícil encontrar un respaldo científico claro a los mecanismos por los cuales esto ocurre. Sin embargo, en los últimos años algunas investigaciones ha aclarado los misterios que rodean a esta postulación.

Según investigaciones científicas, el cartílago —tejido de sostén— de algunos seres vivos crece de manera proporcional a la temperatura, lo cual podría explicar el mayor tamaño de las extremidades en climas cálidos.

Esta teoría ha sido corroborada por algunos experimentos en los cuáles  se demostraba que las colas de los ratones criados a altas temperaturas eran comparativamente más largas. Como se puede observar, la Regla de Allen puede provocar cambios morfológicos tangibles dentro de individuos de una misma especie.

En humanos, ¿también se aplica la Regla de Allen?

Algunos investigadores proponen que las poblaciones humanas también siguen los principios propuestos en la Regla de Allen. Este tipo de postulaciones se suelen poder aplicar más allá del mundo salvaje, pues no debemos olvidar que los seres humanos seguimos siendo animales.

Unas manos dan cobijo a unos pájaros.

Según estas investigaciones, existe un claro patrón entre el clima en el que viven los humanos y su Índice de Masa Corporal (IMC), la relación peso/altura de los individuos. Esto lo podemos comprobar en algunas poblaciones específicas: los inuit del Ártico tienden a tener un cuerpo redondeado y pequeño, ideal para atrapar el calor.

Por contra, algunas poblaciones de climas cálidos, como los masai africanos, poseen cuerpos altos, estilizados y delgados. Así pues, podemos ver como incluso en los seres humanos se aplican los principios biológicos más simples.


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