Una matanza de 100 elefantes en Botsuana
Las guerras del marfil continúan amenazando la naturaleza de África: se confirma uno de los mayores golpes del furtivismo al elefante africano, con cerca de 100 elefantes muertos.
La matanza de 100 elefantes
El trágico descubrimiento de casi 100 elefantes muertos ocurrió en un vuelo en helicóptero realizado por la ONG Elephants Without Borders en Botsuana, en la que se considera que está la mayor población de elefante africano del mundo.
Proteger a los elefantes del furtivismo es uno de los principales objetivos de las organizaciones ecologistas en África. Sin embargo, con el paso del tiempo parecen haber perdido una batalla de la guerra del marfil: se calculó que un tercio de los elefantes africanos han sido abatidos en la última década.
En el caso de regiones como Tanzania, las cifras son aún más peligrosas, y en los últimos cinco años han desaparecido el 60% de los elefantes africanos, hasta el punto de que cada vez hay más elefantes sin colmillos.
Botsuana, último reducto del elefante
Este país es considerado el gran último santuario del elefante debido a que dentro de sus fronteras aún se mantiene una población de 130 000 elefantes, la más grande del mundo actualmente.
El ataque a casi 100 elefantes se produjo a escasos kilómetros del santuario de fauna salvaje del delta del Okavango, una zona que atrae a turistas de todo el mundo y que llora la trágica pérdida de decenas de elefantes.
Según miembros de la ONG, los elefantes están siendo cazados con balas de gran calibre, lo que deja claro que los furtivos van en serio. Probablemente, lo más trágico de estas cazas en masa es la presencia de los elefantes huérfanos, ya que los animales jóvenes apenas poseen colmillos, con lo que suelen ser los que sobreviven.
Los elefantes son animales enormemente sociales, además de ser una de las especies donde mandan las hembras. Esto es de vital importancia debido a que las matriarcas de elefante guían a la manada y su pérdida puede causar un efecto en cadena. Y es que los casi 100 elefantes que han sido cazados son en su mayoría mayores de 35 años, y sus cadáveres han quedado pudriéndose al sol con los colmillos brutalmente arrancados.
Datos de la caza del elefante africano
Según personal de la ONG Elephants Without Borders la tendencia lleva viéndose por un buen tiempo. Allí se registró el doble de animales cazados que en otros lugares de África, lo que los conservacionistas relacionan con que el gobierno ha desmontado la unidad contra la caza furtiva.
El marfil sigue siendo un negocio muy grande para la caza furtiva: en China se siguen elaborando productos de lujo con el marfil, el cual alcanza los 846 euros por kilogramo. Los colmillos de un elefante de gran tamaño pueden llegar a los 30 kilos de peso.
Para hacernos una idea del peligro bajo el que se encuentran las poblaciones de elefante africano, hay que recordar que hace 30 años la población total de elefantes superaba el millón de ejemplares. Es por ello que los esfuerzos en proteger a esta especie se deben redoblar en países como Botsuana.
Un estudio lamentable
Según un estudio publicado en 2021, por Science, la caza furtiva provoca una respuesta evolutiva importante en la que cada vez más elefantes están naciendo sin colmillos en distintas zonas de África, la mayoría de los casos se han registrado en hembras.
Por otro lado, otra consecuencia de este hecho, tiene que ver con la relación entre elefantes y humanos. Varios investigadores aseguran que los supervivientes desarrollan un gran miedo a los seres humanos, lo que se convierte en huida de las zonas pobladas por personas o bien, el ataque directo. Sin duda, la caza de elefantes se convierte en una práctica que afecta en distintas áreas la vida de estos seres.
El elefante africano es uno de los últimos representantes de la megafauna del planeta, que solo perdura en la sabana africana. El ser humano ha acabado con los grandes herbívoros del planeta en muchos continentes y, aunque aquellos que sobreviven en África siguen resistiendo, su desaparición se ve amenazada por el dinero.
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